Ascensión al Pui de Lleràs, mirador natural del Pallars

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Hacer cumbre sobre la bicicleta, con las dificultades que ello conlleva, supone uno de los grandes placeres del ciclista de montaña; hacerlo, no sólo como un reto deportivo que requiere una buena dosis de esfuerzo sino por el puro placer de la aventura y por lo que implica de descubrimiento y conocimiento del territorio que se nos ofrece desde las alturas, nos hace más grandes y, incluso, nos ayuda a conocernos mejor.


 
El Pui de Lleràs, una cumbre de altitud modesta, corona la larga divisoria de aguas que separa la comarca natural de la Terreta y el Pallars Jussà. Es una cima redondeada y amable de verdes prados, conocida también por la gente de la zona con el nombre de Pleta Verde debido a que encerraban los grandes rebaños cuando hacían la trashumancia entre las llanuras leridanas y los prados del Pirineo. Una orografía que puede inducir a engaño ya que está rodeado de relieves agrestes para todas partes.


 
A ambos lados de la cima se despliegan verticales paredes inalcanzables de conglomerado hacen que la consecución de la cima no sea un camino de flores y requiera perseverancia para progresar por caminos repletos de guijarros. Por el contrario, mientras avanzamos hacia el objetivo, el esplendor y la grandeza del paisaje que nos rodea hace que la motivación para avanzar crezca esporádicamente al tiempo que engulle y minimiza el ciclista. Fragmentos de relieves pirenaicos van apareciendo pausadamente mientras la depresión y los relieves que la cierran merman a cada pedalada. Imágenes servidas en porciones que se completan en la cima golpeando al viajero poderosamente. De hecho, la llegada a la cima encima la bicicleta por una cañada que inicialmente parece impracticable, rodeados de poderosos y singulares relieves, hace que nos invada una explosión de alegría a la que sucumbimos placenteramente.


 
El esfuerzo invertido en la subida y el escenario de 360º que se despliega en la cima invita sin lugar a dudas a la contemplación. Y es que el espectáculo es extraordinario: a levante las cuencas de Tremp y Dellà modelan una extensa depresión prepirenaica vertebrada por el río Noguera Pallaresa que abarca el Macizo del Boumort; al sur el imponente Montsec, con los desfiladeros de Terradets y Montrebei que han seccionado en tres la gran cordillera, forma una barrera natural entre la Depresión Central y el Pirineo y, hacia el norte, en primer plano, las vertiginosas paredes de la Sierra de Sant Gervàs cerrando la singular depresión de la Terreta, y detrás el Pirineo central, un compendio de cumbres que van desde la Maladeta a Aigüestortes. Un festival que sacude el alma con fuerza inusitada.


 
No acaba aquí la cosa. El descenso está también lleno de momentos mágicos. El primer tramo del trayecto de vuelta se hace siguiendo la cañada que la trashumancia recorría para llegar a la cima y que sigue la cresta de las sierras del Castellet y de Gurp. Navegamos por un terreno que, aunque predomina el descenso, va alternando subidas y bajadas, propios del perfil habitual de las crestas. Pedaleamos por un territorio desértico y majestuoso de ambientes solitarios y salvajes, rodeados de relieves singulares de paredes verticales, desfiladeros y profundos valles que te absorben. El paisaje transmite tal magnetismo que abduce y te transporta a lugares que ni siquiera imaginas que existían tan cerca de casa.

Una ruta que debes tener en tu colección de favoritas. 

Salut i pedal

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